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miércoles, 22 de julio de 2015

Blanco y negro

A veces quiero hablarte pero no se me ocurre sobre qué, a decir verdad nunca hago nada y cada vez que venís y me contás lo que haces me sorprendés. Me meto en la historia porque por un momento estoy viva, y es porque estás ahí. Tal vez no formé parte de la historia, aunque si me la contás probablemente sí, porque me siento tan llena de luz, como los ojitos de mi abuela, esos que cuentan historias como las que vos me contás pero ella las dibuja en mi cabeza con acuarela. O como los cachetes arrugados de la tuya, esos con marcas que reflejan una vida llena de cosas que ni vos ni yo vamos a entender. Y por ahí nos estamos preocupando demasiado, porque mi abuela siempre dice que ellas sí tienen motivos para estar a mil. Cuando me contás tus historias me doy cuenta de las ganas de escucharte que tengo, porque me trasladas a momentos en la historia en los que todo era en blanco y negro, y te imagino ahí sentada en el campo, con un vestido que resalta tus labios, viviendo la vida con reglas, pero viviéndola a la luz de las velas. Esas velas que encendías por si te quedabas sin luz, y por alguna casualidad debías moverte de la cama en la que estabas, porque en ella probablemente una víbora de cascabel encontrabas. Te escucho y te imagino siendo la hermana rebelde, la hermana que insulta, la hermana que los hierros rotos suelde. Esperando a tu enamorado y aquel beso que él también espera. Ese que probablemente a tu padre molestó cuando lo vio, ese que seguramente hizo que tu mamá haga complot con él; aunque a escondidas te haya preguntado "¿qué tal besa aquel?". O tus historias más recientes, esas en las que no parás y sos capaz de bajarle todos los dientes a quien intente detenerte, porque como hoy dijiste todavía tenes cuerpo y voto, y acá estás para decidir sin que lo hagan otros. Y siempre te mantuviste firme, aunque cada tanto en la noche llorabas, sé que es porque estás cansada, y más de un abrazo esperabas. Y a veces no te los damos, es que nos sorprende que seas tan fuerte, por momentos sentimos que te gusta ser totalmente independiente. Pero después te miro a los ojitos, esos color cielo, y me doy cuenta que sos como un osito, y estás cansada de los señuelos. 
Te quiero y por favor no me dejes, yo sé que soy una "boca sucia" pero me gusta que no te quejes. Te quiero, y por favor no te alejes, abuela, quiero que siempre en mis ojos te reflejes.



1 comentario:

Dolores Meijueiro Verdes dijo...

Un abrazo grande bonita!! hermosas palabras!