yo caminaba en un bosque,
el bosque tenía un camino
no pude escribir mi destino
de todas formas me sentí bienvenido.
El camino era largo
iba deprisa
dos por tres soltaba una risa
pero no era de gracia
fue incontrolable
sentía cosquillas en el estómago
cada tanto el camino era doble
pero el viento me enviaba
otra vez
a donde creí, pertenecía,
o merecía, o eso creía; creo.
El recorrido duró varias horas
varias horas estuve desnudo
hasta que llegando a lo que parecía
el fin del camino
colgado entre ramas
encontré un abrigo.
Había una carpa, un fuego encendido,
intenté caminar, el piso estaba derretido.
Miré hacia abajo, quise entender el final
como cada vez que toqué fondo
lo único que encontré fue oscuridad.
Cuando decidí levantar la cabeza
fue porque algo mojó mi cuello
me ericé,
porque las nubes lloraban
al compás de mis versos,
y al son de mis lágrimas
caían, se rompían
desaparecían en la nada inmensa
y yo inmensa me sentía.
Ya no lloré por tristeza,
ya se formó mi sonrisa,
la carpa era mi hogar,
el bosque era mi casa,
el piso aún me inquieta,
la oscuridad era mi lugar,
las nubes eran mi meta.